Capítulo 3: Comenzando la educación en casa

Aprendiendo Naturalmente por Kathleen McCurdy

¿Hay que ser maestra para hacer que los niños aprendan?

Es común que los padres que tienen el propósito de enseñar a sus hijos comienzan a hacerlo en la forma en que ellos estudiaron, es decir, en forma de colegio. Hay padres que apartan una pieza para la escuela, logran obtener escritorios y pizarra, mapas y cuadernos. Luego comienzan a ubicar algunos libros o textos para los cursos que piensan “enseñar” y a planificar el programa escolar.

El problema que se les presentará casi enseguida es que les falta horas en el día para hacerlo todo. En general, el padre tiene que trabajar para ganar el sueldo así que le toca a la madre hacer la parte de maestra. Y siendo dueña de casa, hay que cocinar, limpiar, recibir visitas, cuidar a los hijos preescolares; y todo esto va a estorbar “las clases”. La “maestra” y el “estudiante” se van a desalentar con tantas interrupciones y a preguntarse si vale la pena hacerlo.

Hay otra dificultad que sobreviene después que la novedad hubiese pasado. Se trata de lo difícil que es para el niño encontrarse día y noche con la madre que se ha convertido en profesora. Se hace de todo una lección, y el hijo no se puede “ir a casa” pues vive en la “escuela” con la “profesora”. De modo que el niño comienza a resistir la instrucción de los padres y ellos se preguntan cómo llegó a ser tan difícil la educación, si antes de comenzar la escuela en casa pudieron ayudar al niño a aprender tantas cosas.

¿Qué es lo que ocurre aquí? Los padres no tuvieron dificultades cuando ayudaban al niño a aprender a hablar, a caminar, a vestirse, a decir “gracias” y “perdón”. ¿Por qué se encuentran con dificultades cuando se trata de aprender a leer o hacer la aritmética? ¿Será que los profesores se han equipado con habilidades que los padres no conocen? Pero la verdad es que los profesores que intentan enseñar a sus hijos en casa tienen la misma dificultad. La razón es sencilla: Los niños necesitan tener padres.

Cuando los padres se convierten en profesores, a los niños les parece que han dejado de ser padres y se sienten alarmados. Los que hacen estudios de investigación han notado que las comunicaciones entre el profesor y el alumno son bien diferentes a las conversaciones entre padres e hijos. Una de las diferencias más salientes que notaron entre las conversaciones de los niños con sus madres y con sus maestras fue la ausencia de preguntas en la escuela. Según los datos, los niños hacían unas veintiséis preguntas por hora a sus madres, comparado a solo dos preguntas a sus maestras. Además, las preguntas que hacían en el colegio no eran tanto preguntas de curiosidad y de porqué sino eran más comúnmente preguntas como ¿dónde está la tiza? Conversaciones con los docentes tenían la tendencia de salir como una serie de preguntas que ellos hacían, organizadas en forma de averiguar en cuanto a, y fomentar el desarrollo de las facultades del niño. Pero este enfoque parecía ahogar las averiguaciones de los niños y sus conversaciones espontáneas con los adultos. Los niños simplemente no hacían preguntas de curiosidad en el colegio. 1

Los padres que intentan enseñar a sus hijos tienen objetivos predeterminados y se empeñan en obligar a los niños a conformarse. Aquel propósito parece ser obligarlos a desarrollarse en la forma aceptada y considerada como normal en la sociedad. Pero los padres que están empeñados en cultivar a los hijos saben facilitar sus propios esfuerzos por aprender, y su propósito será simplemente de ayudarles a crecer y desarrollar hasta alcanzar a su plenitud potencial.

Algunos investigadores notaron que los padres no-directivos que aceptan los esfuerzos del niño para aprender, ya sean verbales o no verbales, logran facilitar el desarrollo y adquisición del lenguaje. Pero en los casos en que el padre mantiene un papel sumamente activo y dirigente, esa conducta tiene un efecto de interferencia que demora la adquisición de nuevas habilidades
verbales. 2

La mayoría de los padres comprenden que no hay que enseñarle al pequeñuelo a caminar o hablar sino simplemente esperar que lo aprenda cuando él quiere y está listo. Después de todo, los niños adquieren todas las habilidades que los padres les animan a desarrollar con tal que los padres ejemplifican aquellas aptitudes. De manera que los padres que tienen más éxito en facilitar la educación de sus hijos son los que se han olvidado de lo que es la escuela, los que no han tratado de “enseñar” sino de cultivar y de ser el padre o la madre de su hijo. En fin, el niño está motivado a aprender desde su nacimiento. No podemos añadir nada sino que interferir en el proceso. Y así dice el psicólogo Leslie Hart:

Imagínese que mi vecino y yo estamos parados en el jardín en el invierno. Le digo: “He plantado 50 bulbos de tulipanes. ¿Qué debo hacer para motivarlos a crecer en la primavera?” Por supuesto que la pregunta es absurda. Los tulipanes ya tienen lo que necesitan: Estar bien plantados, algo de buena tierra, y el calor que la próxima temporada les traerá. Se los puedo “de-motivar” por medio de un montón de tierra o tablas echadas encima, o demasiados químicos. Pero la motivación para crecer ya está en los bulbos, junto con todas las instrucciones para construir hojas y formar pétalos. Así es con los humanos. Se puede impedirles y descorazonarles a aprender, o se puede alentar y animarles para aprender, por supuesto. Pero no hay razón ni necesidad para tratar de motivarles. 3

¡Qué hermoso! Nuestros hijos aprendiendo y desarrollando como un jardín de tulipanes. Podemos alimentar sus mentes al contestar sus preguntas, y podemos rociar sus espíritus al proporcionarles muchas experiencias instructivas. No sabemos cómo lo harán para construir sus “hojas y pétalos”, pero nos podemos asegurar que estarán equipados adecuadamente para sobrevivir en nuestra sociedad.

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Se ha incluido aquí material de los siguientes autores:
1) Tizan and Hughes, Young Children Learning, p.200, 213, Harvard University Press, 1984
2) Rudoph Schaffer, Mothering, p.73, Harvard University Press, 1977
3) Leslie Hart, How the Brain Works, Basic Books, 1975