Capítulo 12: El estudio práctico de la ciencia

Aprendiendo Naturalmente por Kathleen McCurdy

De todas las asignaturas escolares, es posible que la ciencia sea la más temida. ¿Cómo vamos a cubrir el tema de la química o de la física? preguntan los padres. Entonces es evidente que ellos no recuerdan mucho de su propia experiencia escolar en cuanto a la ciencia. Sin embargo, las investigaciones comprueban que entre las familias escolares, la ciencia es nuestra mejor asignatura. Seguramente se debe a que los niños lo están viviendo; tienen tiempo para experimentar observar, pensar, y comprender.

Recuerdo un examen de enseñanza media donde la mayoría de los estudiantes fallaron en la pregunta sobre la condensación. A mí me pareció fácil porque durante el tiempo que no asistí al colegio había tenido oportunidades para experimentarlo. ¡Todavía recuerdo el día en que la llegué a comprender! Había sacado una botella de leche (en esos años así la vendían) del refrigerador y la dejé sobre la mesa para ir a buscar un vaso. Al tomarla nuevamente, la encontré mojada. ¿De dónde salió el agua? me pregunté, y fui a revisar el refrigerador, sin encontrar ninguna gotera. Todo estaba seco en su interior. Me quedé pensándolo un rato y recordé que a veces en el invierno, si uno sopla en la ventana, queda una humedad en el vidrio donde se puede escribir y dibujar. Se llama condensación, y se me ocurrió que el aire podía contener humedad que mojaba las superficies frías, tales como la botella.

Cuando los niños tienen tiempo adecuado para pensar las cosas, cuando se les anima a hacer preguntas, cuando les ayudamos a buscar las respuestas y les permitimos experimentar por si solos, es en ese momento cuando ellos aprenden. Esto corresponde al verdadero aprendizaje natural

Estudiando la naturaleza. Lo más práctico es comenzar el estudio de la ciencia—si hablamos de niños de poca edad—con el estudio de la naturaleza. A los niños muchas veces les gusta hacer colecciones, ya sea de conchas del mar, flores silvestres, hojas de los árboles, bichos… Quizás encontrarán interesante saber los nombres de sus ejemplares. ¿De qué mineral es esta piedra? ¿Qué animal vive en esa concha? Algunos libros prestados de la biblioteca podrían servir para investigar los datos que les interesan. Y así hemos abarcado estudios de geología, zoología, botánica y quizás biología.

Una palabra de cautela: es importante cuidarse de no tomar demasiado en serio los estudios de los niños. Si la colección de su hijo llega a ser su colección, él va a perder interés. Por ejemplo, una niña coleccionaba mariposas. Pero el papá quiso ayudarla y la obligó a montarlas con sus nombres latinos, ubicación y fecha de descubrimiento, etc., y en condiciones como para exhibir en el museo. Ella perdió el interés y ya no coleccionaba nada, temiendo que el papá lo tornaría en otro trabajo de estudio. Usted puede hacer su propia colección, preferentemente distinto al de su hijo, y de esa manera dejar un ejemplo de su manera o estilo de lucir y cuidar su colección. Muchos niñitos realmente apreciarían conocer la diferencia entre la mariquita y la hormiga, o distinguir entre los hongos que son venenosos y los comestibles. Pero está bien si su pequeña colección se luce solamente en su bolsillo. Lo importante es aprender.

A los niños también les gusta desarmar las cosas para entenderlas mejor. Quebrar las piedras para observar cristales en ellas, deshacer una flor para nombrar las diferentes partes, contar el número de patas en los diferentes bichos—éstas son exploraciones científicas de alto nivel. Los niños llegan con mente abierta y lista para preguntar y averiguar, para aprender y comprender. ¡Qué daría un profesor por tener en su clase estudiantes de tal índole! Pero sería antitético en lo sumo. El colegio mata la curiosidad, en muchos casos.

Actividades para el invierno. A los pequeños les encanta observar el brote de los porotos (frijoles, judías) o lentejas. Se los puede remojar en una botella, enjuagándolos una o dos veces al día. Después de adquirir algunas hojas, se podría sugerir guardar una plantita en el ropero u otro lugar oscuro por algunos días para ver qué pasa cuando se le prive de luz. Luego, pero solamente al preguntar, se le puede explicar algo en cuanto a la fotosíntesis. Los de edad primaria pueden “plantar” en agua algunos trozos de camote (batata), la parte superior de una zanahoria, y otros sobrantes de la cocina.

Se puede construir bandejas para alimentar a los pajaritos, proporcionando muchas oportunidades para observar e identificarlos (necesitarán libros guías de reconocimiento, por lo menos prestados de la biblioteca). Se puede sugerir que registren el clima diario en un calendario, anotando (o dibujando si son chicos) un símbolo de sol, nubes, lluvia, etc. cada día. Los mayores pueden usar un termómetro y marcar las temperaturas diarias para compararlos de año en año y de una estación a la otra.

En la primavera y el verano. ¿Acaso no van a seguir aprendiendo durante las vacaciones? Los niños siempre siguen aprendiendo. Por qué no hacer un jardín, aunque sea en algunos tarritos en la ventana. Los mayores se podrían interesar en la composición química del suelo y las sustancias que ayudan a desarrollar mejores plantas en el jardín. Cuando el campo comienza a enverdecer, es tiempo de hacer caminatas y observar los brotes de hojas en los arbustos y las primeras flores de la estación. A veces encontramos los nidos abandonados del año anterior, y marcamos en el calendario el día que salió el primer botón de oro (ranúnculo) y la llegada de las aves de migración.

Cierta primavera los niños y yo hicimos una excursión alrededor de un lago, y en la parte donde entraba un manantial encontramos unos huevos de sapo. Llené mi cantina con agua del lago y los huevos para trasladarlos a casa. Volcados en una fuente, los huevos parecían pelotitas de cristal con puntitos negros al centro, los que pronto comenzaron a crecer. Después de un par de días, a los renacuajos se les notaba pulsar el corazón, y no demoraron mucho en salir de los huevos transparentes y comenzar a nadar en la fuente. Mis hijos observaban fascinados a más y más renacuajos salir de los huevos, y les compraron comida para peces para alimentarlos. Unos 20 renacuajos continuaron creciendo rápidamente y cuando comenzaron a perder la cola y crecer patas, las llevamos a un arroyo cercano a casa. En el otoño fuimos sorprendidos por un croar de algún sapito que se había metido en el subsuelo de la casa. Quizás volvía para cantar su agradecimiento….

La fisiología.  Esto es el estudio de cómo funciona el cuerpo humano. La próxima vez que el niño se rompa la piel, se le puede distraer con el cuento de la sangre. ¿De dónde viene la sangre? ¿Por qué es roja? ¿Por qué se nos sale cuando nos cortamos? Quizás tengan otras preguntas y los padres deben prepararse, juntando libros con dibujos y esquemas de la circulación. Una madre hizo que su hija se acostara sobre un papel grande donde delineó su cuerpo. Luego hicieron dibujos de los diferentes órganos, copiados de libros pero de tamaño natural. Los pintaron y pegaron sobre el esquema de su cuerpo. Así la ayudó a comprender la ubicación, tamaño y relación de sus órganos.

El sistema digestivo es de interés para el niño, lo que pasa con la comida, por qué le dolió el estómago, la medida longitudinal del intestino. Cuando yo era chica fuimos a visitar una granja donde se iba a hacer un asado. Ya habían matado al cordero cuando mi papá me invitó a salir a observar el proceso. Por allí encontramos las entrañas del animal al lado del cerco y di voz a la pregunta ¿cuánto medirán las tripas? Mi papá las estiró y estimamos que eran de unos 12 metros de largo. ¿Cómo cabía todo eso en el corderito? Más tarde aprendí que en nosotros los intestinos miden unos 7 ú 8 metros, mientras que los animales carnívoros más grandes cuentan con sólo 3 metros de tripas. Parece que sería mejor si comiéramos más de lo que fuimos diseñados a consumir—las verduras.

Cuando un pariente o amigo se ha quebrado un hueso o sufre de algún malestar, los niños estarán interesados por tratarse de un conocido. De ahí conviene aprovechar la oportunidad de aprender algo más en cuanto a la fisiología. La abuelita necesitó cirugía para quitarle las cataratas de los ojos. El cirujano le entregó una grabación en video de la operación y de esa manera los nietos pudieron presenciar la cirugía. Ese momento fue seguido de largas discusiones alrededor de la mesa en cuanto a la anatomía del ojo, la óptica y la refracción de la luz. Poco después, los niños descubrieron un nido de pajaritos muertos (tal vez el gato se comió a la madre). Se decidió diseccionarlos y cuidadosamente examinamos el contenido del estómago, y por fin separamos el ojo del cráneo. El minúsculo globo ocular captó el rayo de sol que entraba por la ventana y los niños quedaron pasmados observando al pequeño diamante. En varias ocasiones se presentaron oportunidades para diseccionar algún animalito muerto para observar los órganos, sus funciones y ubicación dentro del cuerpo.

Un día Jesse, que entonces cumplía unos 11 años, me acompañó al mercado. Allí decidió comprar un corazón de cordero. ¿Para qué quieres esto? le pregunté, ya que no comemos carne. “Lo quiero estudiar” me dijo. Llegado a casa, se puso a diseccionarlo, y yo le contaba de las aurículas y los ventrículos y le señalaba las válvulas y las arterias coronarias. Por fin se lo dió al gato, y no se pensó más de ello. Pero unas semanas más tarde el abuelo sufrió problemas y lo tuvieron que operar con emergencia del corazón. Estando la familia reunida en el hospital esperando que él saliera de la anestesia, el cirujano vino a explicarnos el procedimiento que se había realizado. Todos nos quedamos tratando de comprender sus palabras, menos Jesse. Él había ido a buscar un modelo del corazón que había visto en la enfermería, y cuando el abuelito despertó, lo utilizó para explicarle todo, mejor que nosotros lo habíamos comprendido. ¿Cómo es esto? me pregunté. ¡Ah, pero él había tenido en sus manos aquel corazón de cordero, y la experiencia le enseñó más de lo que nosotros podíamos recordar!

Hábitos saludables. Los niños necesitarán conocimiento sobre la forma de conservar la salud. Los padres pueden conversarles en cuanto a los hábitos saludables, tales como lavar las manos y cepillar los dientes. Otros buenos hábitos incluyen una buena dieta, suficiente ejercicio y descanso, y una actitud positiva hacia la vida en general. Al conversar con ellos en cuanto a los malos hábitos, deberíamos tener presente que la mejor lección será el ejemplo de los padres. Es difícil decir “no” a las drogas cuando papá y mamá abusan de otras substancias como el tabaco y las bebidas.

Una vez mis niños consintieron a pasar un día sin comer. El experimento demostró que el hambre es realmente un hábito y, una vez pasada la hora de comer, el sentido de hambre también se les pasó y pudieron seguir sus actividades a igual que otros días. Conversamos en cuanto a las sensaciones que experimentaban y cómo nuestro cuerpo puede comunicarse con nosotros. ¿Cómo sabes que tienes hambre? ¿Qué es lo que estás sintiendo cuando dices que estás cansado? Conversamos en cuanto a los apetitos y cómo es que de repente tenemos ganas de comer una naranja y otras veces nada nos satisface más que una tajada de pizza.

Siendo que nuestra salud depende en gran parte de la buena nutrición, debemos tratar con ella especialmente. ¿Qué son las vitaminas? ¿Por qué es importante comerte las verduras? “Porque te hace bien” no es siempre una respuesta adecuada. Una madre se cansó de explicar a los niños el porqué de no permitirles comer más dulces, y decidió permitirles tener cuanto quisieran por todo un día. ¡Nunca más tuvo problemas con ese asunto! Al terminar el día los niños ya no se aguantaban los unos a los otros. O estaban decaídos y miserables, o se sentían frenéticos y frustrados. Lo que comemos es en general determinado por nuestros hábitos pero afecta directamente a nuestro bienestar físico y sícológico. Y claro, los hábitos se pueden cambiar.

La limpieza parece ser uno de los buenos hábitos que más nos cuesta alcanzar. Además del deber de cuidar de la ropa y de su persona, queremos animar a los niños a que limpien sus pieza y alrededores. Sería importante hablarles también en cuanto al medio ambiente—nos incumbe a todos proteger la limpieza del aire y el agua.

Es bueno repasar primeros auxilios y la resucitación, antes de llegar al momento de necesitarlo. Algunos padres se interesan en el uso de las hierbas medicinales, remedios naturales, y la prevención. ¿Por qué no compartir lo que aprenden con sus hijos? Una familia cariñosa que apoya a los hijos es la mejor salvaguardia contra la depresión y para resguardar la salud mental. Pero cuando tenemos que enfrentar las duras pruebas de la vida—un fallecimiento en la familia, un accidente o emergencia, un apuro pecuniario—recordemos que somos modelos para nuestros hijos. Cuando notan nuestra forma de sobrevivir en el sufrimiento de las calamidades, ellos aprenderán que la vida sigue adelante y que la fe, la esperanza y el amor pueden sostenernos sea cual sea la tragedia que nos acosa.

Ciencia de la tierra. Una buena introducción a este tema será posible al leer de los viajes y la vida de los famosos navegantes y exploradores. Las historias de Marco Polo viajando hacia el Oriente, Fernando de Magallanes circunnavegando la tierra, el almirante Richard E. Byrd explorando los polos, y David Livingston cruzando el continente Africano son unos pocos ejemplos, y en sus vidas encontraremos oportunidades para conversar en cuanto a la historia, la geografía, la sociología, la ciencia natural y de la tierra, y mucho más.

Sería bueno tener un globo mundial, uno no muy costoso para que puedan los niños jugar con él, o se podría dibujar sobre un globo de goma para representar el globo terrestre. Con una linterna que representa al sol y una  pelota que represente la luna, se puede demostrar lo que ocurre en un eclipse. Del mismo modo se puede girar el globo para representar la rotación de 24 horas, con la linterna mostrando el día y después la sombra de la noche. Al contar los continentes en el globo, el niño aprende cuantos hay. Mientras tanto, los padres pueden darse cuenta de lo que no aprendieron en el colegio, acerca del Canal de Panamá, por ejemplo. ¿Se fijaron en cual dirección van los barcos navegando en el canal desde el mar Atlántico hacia el Pacífico?

En fin, la ciencia es un tema de gran interés para la familia escolar. Por todos lados se encontrarán ejemplos de fenómenos para investigar y desarrollar.